Las empresas que repuntarán de la actual situación son aquéllas que gestionen el riesgo en sus procesos productivos para mitigar impactos negativos y generar oportunidades positivas que beneficien a todos los involucrados en el negocio.
La incertidumbre afectó considerablemente la operación de empresas de manufactura y sus cadenas de suministros, y ha impulsado también oportunidades y cambios en los modelos de optimización; es decir, pasamos de la “competitividad de costos” –en el que el objetivo era principalmente reducir los costos de producción, a uno basado en “competitividad de riesgos”, derivado de dicha incertidumbre.
Al respecto, los estándares internacionales juegan un papel preponderante al ser garantes de la continuidad del negocio y la resiliencia en sus procesos.
Cobran especial importancia normas para la Gestión de Riesgo y Calidad en cadenas de Suministro entre las que se encuentran la ISO 31000, para procesos de gestión de riesgos; ISO 31010 para técnicas de evaluación de riesgo; ISO 9001 para gestión de procesos de calidad; IATF 16949 para gestión de la calidad automotriz, ISO 28000 seguridad en la cadena de suministro, entre otras.
Modelo de Competitividad de riesgos, acciones clave
A partir de las condiciones prevalecientes, las empresas de manufactura se deben avocar a realizar un análisis y evaluación de riesgo e identificar y priorizar acciones que mitiguen impactos negativos en sus operaciones.
Bajo este modelo las empresas de manufactura identifican el contexto actual, requerimientos de partes interesadas y sus riesgos.
Entre los temas a considerar está la necesidad de acercarse a los mercados de consumo, la regionalización de las cadenas de suministro, mayor inversión en tecnologías de manufactura, ajustes en los modelos operativos para mayor flexibilidad hacia el consumidor, redefinición de las relaciones de colaboración entre empresas, revisión de portafolios de productos ofertados, calidad del producto, seguridad y salud en el entorno laboral, entre otros.
Será necesario identificar acciones clave tales como invertir, implantar elementos tecnológicos que apoyen a la automatización y la toma de decisiones, así como el uso de Inteligencia Artificial (AI) o Big Data, además de una reconfiguración de sus procesos y cambios en la cultura organizacional que identifiquen oportunidades de negocio y fortalezcan su operación y de la cadena de suministro.
La integración de nuevas tecnologías en la organización para gestionar riesgos con base en información real, permitirá la toma acertada de decisiones; ello nos llevará a ser más eficientes en rubros como detección eficiente de fallas y respuestas rápidas, la creación de programas de soporte a los proveedores, redistribución de las capacidades operativas a fin de resolver prioridades de surtido para garantizar el suministro de bienes de alta demanda; monitoreo y toma de decisiones eficientes en la logística de entrega del producto a fin de mitigar retrasos o cuellos de botella en el transporte; una eficiente protección de la salud de los empleados conforme a leyes y regulaciones que indiquen las autoridades pertinentes.
Sector automotriz retoma la marcha
La inclusión a la industria automotriz en la lista de sectores esenciales pone en marca todo el mecanismo de producción y suministro, basa sus acciones en el riesgo. El sector, que representa un PIB del 3.8% el ámbito nacional y un 20.5% en el sector manufactura, enfrenta un reto enorme en el que los estándares juegan para “aceitar” el mecanismo productivo y comercial.
Este sector ha acelerado el uso de nuevas tecnologías como la Inteligencia Artificial, modelos de servicio adaptados a la nueva realidad y la prevención o atención contra ciberataques a autos interconectados, automatización, regulación de emisiones más estrictas, desaceleración económica y nuevas normalidades.
La industria del plástico, una responsabilidad con el futuro
Finalmente, al momento la industria del plástico representa un 3% del PIB nacional (ANIPAC) y está aprovechando nuevas oportunidades no sólo en el ámbito del empaque si no en el suministro de plástico para protección personal, como productos requeridos en hospitales, los dispositivos médicos, hasta caretas sanitarias contra COVID-19.
Además de los estándares enfocados a los procesos y la gestión de riesgos, esta industria se apoya en diversas normas técnicas como aquéllas dedicadas a la biodegradabilidad, compatibilidad y contenido de biobasados (plásticos) como la ISO 17088 e ISOy 18606. Asimismo, la ISO 17088 (Especificaciones para plásticos compostables –gruesos de más calibre–) ey ISO 18606 (especificaciones para empaques plásticos compostables –más delgados–).
En el marco de la pandemia más impactante que hemos vivido, se trata de transitar de un modelo donde la industria utilice materia prima para crear productos que posteriormente se desechan a un modelo de economía circular, donde materiales de productos que ya se han utilizado son recuperados y empleados como insumos en la fabricación de nuevos productos, con la consecuente reducción del uso de materias primas vírgenes en la fabricación de productos.
Este sector deberá afrontar grandes retos en los días subsiguientes para crear una economía circular del plástico que genere un balance en el tema de salud y de medioambiente. El estándar de referencia a nivel global es el Gestión Medioambiental ISO 14001, que obliga a que las empresas, organizaciones y la sociedad a crecer sin comprometer los recursos para las generaciones futuras.