La expansión de las maquiladoras ha generado una parte sustancial del crecimiento industrial en el norte de México, durante los últimos 25 años. Inicialmente, estas plantas se dedicaban a actividades intensivas en mano de obra, operaban con tecnologías rudimentarias y en condiciones precarias; sin embargo, desde mediados de los años ochenta, muchas introdujeron tecnologías de punta, una organización moderna y fuerza de trabajo bien capacitada; asimismo, se delegaron más funciones estratégicas a las plantas locales.
La “industria maquiladora de exportación”1 es uno de los fenómenos más estudiados y debatidos de la realidad social y económica del norte de México. Esta prominencia se debe, en parte, al peso cada vez mayor de tales empresas en los indicadores industriales del país, pero también a la carga política e ideológica que suele estar asociada a su evaluación; es decir, el análisis del desempeño de las maquiladoras por lo general supone una evaluación del modelo de desarrollo industrial del país.
La expansión de las maquiladoras ha generado una parte sustancial del crecimiento industrial en el norte de México, durante los últimos 25 años. Originalmente, estas operaciones industriales formaron parte de una estrategia temporal del gobierno mexicano, para abatir el desempleo en la zona fronteriza con Estados Unidos; sin embargo, al paso del tiempo se convirtieron en una pieza fundamental de la política industrial, y adquirieron una importancia enorme para la economía mexicana. Para las empresas extranjeras, que establecieron operaciones de maquila en México, este esquema resultó muy ventajoso, ya que les permitió reducir drásticamente sus costos laborales, al instalarse en una región geográfica cercana y pagar salarios bajos.
Al inicio, estas plantas se dedicaban a actividades intensivas en mano de obra, operaban con tecnologías rudimentarias y en condiciones precarias; en la actualidad muchas ya cuentan con tecnologías de punta, organización moderna y fuerza de trabajo bien capacitada, que incluye técnicos e ingenieros (Carrillo 2004; Contreras y Hualde 2004). A fines de 2000, tanto la cantidad de establecimientos como de trabajadores llegaron a su punto más alto, y en 2001 inició un periodo de contracción, en gran medida ocasionado por la recesión de la economía estadounidense. En el primer trimestre de 2002, el empleo había disminuido en 22 por ciento y el número de plantas en 20, según la General Accounting Office (GAO 2003). Conforme la economía de Estados Unidos empezó a mostrar signos de mejoría, la mayor parte de esos empleos se recuperaron. Sin embargo, hay evidencias de que la declinación iniciada en 2001 no fue sólo un problema coyuntural, pues México enfrenta una fuerte competencia de China, Centroamérica y el Caribe (GAO 2003; Dussel 2004). Numerosos analistas señalan que la estrategia de industrialización basada en las maquiladoras está agotada, tanto en el modelo de competitividad industrial, centrado en los costos laborales (Capdeville 2005), como en el de un régimen exclusivo de ensamble para la exportación (Villarreal 2003). Aparentemente, la opción es el tránsito hacia un esquema más avanzado de especialización en los segmentos industriales, apoyados en más conocimiento y de mayor valor agregado; de hecho, en la actualidad hay diversos actores empresariales e institucionales involucrados en esfuerzos dirigidos a este tipo de transformación (Moloman 2006).
En este artículo se presenta una visión panorámica de la evolución de las maquiladoras en México, enfatizando tres aspectos: a) los cambios de la política industrial del país respecto de las maquiladoras; b) el efecto del Tratado de Libre Comercio de América del Norte (TLCAN) en su crecimiento y desempeño y c) el aprendizaje tecnológico y la creación de capacidades locales. El texto está dividido en cinco secciones; en la primera parte se describe de manera general el programa de maquiladoras y la evolución de sus indicadores principales; en la segunda se abordan los cambios en la normatividad, tratando de identificar el papel asignado por el gobierno mexicano a estas empresas en el desarrollo industrial del país; en la tercera se revisan algunas de las implicaciones del TLCAN en el crecimiento de las maquiladoras y en la cuarta, que constituye el apartado central de esta trabajo, se trata el aprendizaje industrial y la creación de capacidades institucionales propiciadas por las maquiladoras en el norte de México. Por último, en la quinta, se proponen algunos elementos para un pronóstico sobre el futuro de la maquila en el país.
La importancia de las maquiladoras en la economía mexicana
Las maquiladoras no constituyen el único programa gubernamental destinado a promover las exportaciones. Entre los más importantes, cabe destacar el Programa de Importación Temporal para la Exportación (PITEX), establecido en 1990, mediante el cual las empresas pueden importar componentes libres de impuestos, siempre y cuando exporten al menos 30 por ciento de sus ventas; a lo largo de la década de los noventa, el PITEX cobró una importancia cada vez mayor, sobre todo para empresas localizadas en regiones no fronterizas.
A pesar de que en los años recientes el gobierno mexicano ha creado diversos programas para la promoción de las exportaciones, el de las maquiladoras sigue siendo el más importante. De acuerdo con los datos del anexo estadístico del sexto informe de gobierno de septiembre de 2006 (Gobierno de los Estados Unidos Mexicanos. Presidencia de la república 2006), el valor de las exportaciones de las maquiladoras en 2005 ascendió a más de 97 mil millones de dólares, lo que representó 45.5 por ciento de las exportaciones totales y 55.6 de las manufactureras. Asimismo, había 1 166 250 personas ocupadas, es decir, las fábricas generaban 37.8 por ciento del empleo.