Cuando hablamos de sistemas de producción aplicados, nos referimos a un término formado por dos conceptos principales:
- El concepto de sistema, que consiste en un conjunto de partes que, relacionadas entre sí, forman un todo funcional.
- El concepto de producción, que consiste en la creación de nuevos productos.
Si, además, lo enfocamos hacia el área industrial, obtendremos que los sistemas de producción son un conjunto de elementos tales como materias primas, máquinas o capital humano, que tienen como objetivo crear un producto que, posteriormente, se venderá en el mercado.
Finalizado el ciclo productivo, es hora de analizar todas las fases del mismo y los resultados obtenidos. Esto permite obtener información muy valiosa que dará lugar a una optimización del proceso productivo para mejorar su eficiencia a todos los niveles.
Por tanto, la empresa no puede limitarse a elegir su sistema producto y ya está. Tiene que evaluarlo de forma constante y hacer todas las mejoras que estime convenientes. Solo así conseguirá una verdadera ventaja competitiva que podrá mantener en el tiempo.
Tipos de sistemas de producción
Una vez que hemos comprendido qué son realmente los sistemas productivos, llega el momento de profundizar en los cuatro tipos que podemos encontrarnos.
Estos son:
- Sistemas de producción por trabajo.
- Sistemas de producción por lotes.
- Sistemas de producción en masa.
- Sistemas de producción de flujo continuo.
Son los que más productos generan de una vez. Hablamos de cantidades que pueden alcanzar tranquilamente las decenas de millar. Se trata, por lo tanto, de productos que se destinan a unos elevados volúmenes de ventas.
La clave está en no parar la producción en ningún momento, ya que esto elimina el coste del encendido y el apagado de la maquinaria.
Las características distintivas de los productos derivados de este sistema son las siguientes:
- Son muy homogéneos, es decir, que no existen variaciones entre unas unidades y otras.
- Tienen una demanda muy elevada en el mercado.
- La cadena de producción funciona continuamente sin descanso.
Un ejemplo claro son los altos hornos. Incluso durante el confinamiento decretado en 2020, los altos hornos siguieron funcionando, porque resultaba más barato destruir el producto resultante de la producción que no iba a poder salir al mercado por la situación de pandemia, que apagar los hornos y luego volver a encenderlos una vez acabado el confinamiento.